viernes, 30 de junio de 2017

EL VOLCÁN DE LODO


Eso fue en la mañana para ser más exactos eran las diez, dijeron que, pagando unos cuantos
pesos, se vería el agujero del cráter. El volcán de lodo está en un pueblo lejano de La Costa Atlántica
y detrás de una cerca de alambres de púas. Es un hoyo lleno de lodo fétido y hay un lazo grueso
amarrado de un costado, al otro para agilizar la salida de los bañistas: David, Rubén y otros. Los
intrépidos decidieron meterse al cráter. Al tiempo tuvimos noticias de ellos. Negras eran sus
figuras que salían cubiertas de lodo putrefacto. En el agujero todos y todas brincaban tratando de
realizar la danza del Treno. Los espíritus incrédulos se reían y rumiaban para sí tales saltos del
sinsentido humano. Los hálitos fantásticos, los augures y los principiantes de chamanes decían que
el lodo pestífero sanaría el cuerpo. Todo el que se bañara en lodo renacería renovado en cuerpo y
alma. Una mujer creyó ver, en el calorífero del lodo a los hechiceros venidos del más allá, que
raptaban los cuerpos desnudos de las mujeres y los niños y se los llevaban a sus moradas secretas
como carnada para atraer el demontre erótico y los diablos alucinados por la belleza humana. Por
esa y única razón cavilaba ella, que las damas que se zambullían en el volcán de lodo, se dejaban
llevar por la alegría de las bacantes y mostraban al máximo sus atributos femeninos. Los jóvenes se
arrojaban con loca alegría y los viejos y las viejas se embriagaban de lodo maloliente, creyendo
encontrar la eterna juventud perdida. Al salir los bañistas de lodo, encontraban que los accionistas
del lugar habían instalado baños públicos y duchas tenues para que, con ayuda de manos ligeras
de mujeres negras, la redondez del cuerpo fuera sentida, visible y el lodo cayera lentamente por el
flujo del agua purificadora. Lo que no saben los visitantes al volcán de lodo, es que cada dos años
los brujos y los demonios pactan suicidios colectivos para adornar el infierno de cuerpos y lodo
fétido. Nadie sabe cuándo y cuáles serán los elegidos. La adulación al lodo es el signo perturbador de la condición humana. La borrachera colectiva queda marcada por un olor nauseabundo; como el tufo
de azufre de los infiernos. No presione a los demonios, ellos vendrán por los preferidos. No está
bien dirán los incrédulos que, la tortura del barro estrujé el cuerpo y limpie sus impurezas. Un
chapuzón en el agujero negro del cráter hará que usted se sienta el ser más feliz sobre la tierra de
dios. Hasta que no se hayan perdido en el lodazal, no tendremos la esperanza de encontrarnos los
unos a los otros. El goce y la dicha contienen casi tanta dicha como la misma dicha realizada en el
barrizal. El sueño de los que se lanzan al lodazal, es encontrar la felicidad suprema. La vida es
alegre, todo está bien, todo es bueno. ¿Para qué preocuparnos de brujos y demonios e infiernos?
Para que en un hombre y una mujer pueda surgir lo posible, es necesario intentar una y otra vez lo
imposible. Creer no constituye, de manera alegórica más que un segundo poder, Querer es el
primero. Las montañas proverbiales que la fe mueve no son nada al lado de lo que puede hacer la
voluntad del hombre. El lodo y el volcán pueden tener más cualidades de lo que tú mismo
imaginas o crees, pero para saber si esto es cierto o no hay que lanzarse al agujero. El secreto de la
renovación del cuerpo no está, sólo en vivir, sino también, en saber para qué se vive y se goza.
Adelante los diablos y brujos… Aún esperan.

Antonio Arenas Berrío -Colombia-
Publicado en la revista Añil 142

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