domingo, 18 de febrero de 2018

EL VIEJO Y LA MONTAÑA


Encallecieron sus manos.
Plagado de sueños
sus ojos miran el horizonte,
se desvanece la silueta de la montaña.
De niño jugó en el polvo,
entre matorrales persiguió
a la lagartija, al conejo, y a la cigarra.
No fue a la escuela,
era un lujo en la lejana ranchería.
Aprendió a leer las estrellas
y a entender el canto
de la brisa en el follaje.
Su timidez lo condujo por el campo,
se hizo amigo de las flores
y se enamoró de los juncos.
Imitó el canto de las tórtolas
y el aullido del lobo solitario.
No tuvo la alegría
de un beso, de un abrazo...
Vuelca su mirada
hacia la montaña, y le pregunta,
¿moriré en tus faldas hermana mía?
¿o pereceré olvidado
en el polvoso suelo?...
Camina, y núnca vuelvas...

ALADINO LAVIAS OLVERA -México-

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