domingo, 18 de febrero de 2018

DESPUÉS DE MIS BALAS


“Izet Sarajlic. Después de mil balas. Un poeta que estremece por su humanidad.

Poeta y ciudadano de compromiso insobornable defensor de las libertades de los pueblos, testigo de guerras que vivió y  nunca amó, vivir fue su pasión de paz por la paz.

¿Quién cubre el turno de noche para impedir el secuestro del corazón del mundo? Nosotros los poetas” A ellos les corresponde arrebatar a la  muerte el derecho a la última palabra.
Izet Sarajlic

Amante delicado de sentido cantor de la convivencia y la ternura, muestra en este libro con un título que caracteriza su sentir: “Después de mil balas” su presencia lírica desde la nostalgia apreciada en lo más profundo de su espacio poético y humano, actitud sostenida desde lo perdurable por imperativo  compromiso de sensibilidad y ternura:

Que la hierba nos perdone

“La hierba nos pedirá que la pisemos con nuestra juventud, /La hierba nos pedirá que le regalemos unos sonetos; /La pisaremos tardíos  y amargos la cantaremos y le cantaremos/sobre las partidas irreversibles y los recuerdos negados. /Y pediremos a la hierba que nos perdone por/demasiadas palabras, /por tantas amargas que no sabremos silenciar”

Su intimidad embargada por el amplio al dolor de la muerte y la guerra, donde su patria fue territorio de un sangriento y duro golpear con las más crueles tragedias. Un paisaje de la partitura rota de la belleza natural y las pequeñas cosas que dan vida a su poesía. La denuncia de la zafiedad deshumanizada de tantas batallas, las dictaduras, intentando ser calmadas con el palpitar de amor de su poesía:

“Mañana la gente se reunirá bajo tilos de plásticos,

Hasta es posible que desaparezcan los coches fúnebres.

Nosotros tuvimos: la luna verdadera de los

desafortunados

derramó su luz sobre nuestro dolor.

Tuvimos suerte. Todavía puede alegrarnos un diente de

 león en el campo,

mañana incluso el nombre de esta  apenas será

conocido.

El progreso se ha erigido con tanta fuerza que hasta

temo la llegada

del tiempo de los primeros humanos artificiales”

El poeta palpa  con su dolor la llegada de un cambio, nuevas generaciones vienen ocupando ese espacio desde el que ha vivido combatiendo  a favor de la libertad, cantando por encima de todos los tiempos atroces padecidos. Ahora el poeta con la suma de los años intenta comprender las nuevas generaciones,

 Esforzándose por estar con ellos:

“Van feroces y hermosos los jóvenes por el país,

son manadas enteras de chicos recién liberados,

para ellos no significan nada mis colinas de los gorriones,

paseo de Wilson, mis alejandrinos.

Lo mismo me uniría a su manada,

a su demolición de un mundo antiguo.

Tal vez les enseñaría algo a los jóvenes

y tal vez me enseñarían algo a mí”

Mas el mundo gira y cambia, no importa cuánto ni cómo, remolino o vendaval empujan el presente, también mañana será historia. La historia se repite y los poetas se suceden cantando la nostalgia del ayer, espacio y resistencia,  la incertidumbre del mañana, por el ayer que ellos lucharon, esculpiendo todo en sus versos cargados de libertad. Los derechos logrados sobre el sufrimiento de los terribles sucesos:

“En vez de morir en el mundo de nuestro versos,

Moriremos en el mundo de otra gente.

Me es ajeno su arte,

sus amores, si los tienen.

Son ajenos a mis pensamientos

de cementerios llenos de odio, costrosos.

Son ajenos sus escudos

y sus banderas”

Con unas sentidas líneas dedicadas al buen padre, su hija muestra en ellas como fue el poeta y padre: “Del mismo modo que durante toda su vida defendió el amor y la necesidad humana de honradez, calidad, bondad y amistad, así fue como padre, abuelo y esposo. “Todos podemos odiar, pero amar es el privilegio de los mejores” Repetía siempre” Así será para la perennidad este poeta de lengua serbocroata, como renovador de la poesía eslava. Sus versos que quedan con nosotros para siempre.

FRANCISCO VÉLEZ NIETO
Publicado en Luz Cultural

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