lunes, 19 de febrero de 2018

AHÍ VA EL AMOR...


Poseo tus labios y enloquezco como el rayo de sol queriendo cubrir el universo entero. No puede ser así. Hay otras estaciones donde al amor lo persiguen los árboles caídos o la marea revoloteante de la nieve.

Es entonces que poseo al amor como a una filosofía de mis propios designios, esas señales fulminantes acompañándome en el verdor de su canto, en su elegía divina postrada como el último grito de Dios.

Ahí va el amor, acurrucado, suspirando y languideciendo, deteniéndose como un mercenario que no te cobra impuestos, sino una flama de sonrisas y corazones bien amados.

Ahí va el amor, sin sus caricias. No las necesita. Aprendió a redimir su imagen con un cosquilleo de buenas intenciones, un milagro en sus madrugadas inciertas, saber que sus horarios son más exhuberantes que cualquier señuelo frívolo o íntima confesión de dos amantes.

Va el amor encapsulando ofrendas y vituperios. Se acostumbró a ello. Y no pueden dejar de seguir mirándolo con absoluto regocijo. El amor no permitiría tamaño desdén. Va contra su raza y su credo, bañado en ese río de perlas diamantadas, donde crece el desafío para su salvación eterna.

German Rodriguez Aquino

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