sábado, 30 de diciembre de 2017

EL CIELO QUE LE TIENEN PROMETIDO


Es habitual verla saltar cuando pasa,
los nueve mundos de una peregrina
que está pintada en la acera de esa calle.

Ella ya cumplió 41 y pronto será abuela,
pero eso no impide que luzca un rostro de niña.

Todos los días, al pasar por ahí toma de la mano a su alma
y la conduce con la pata coja por ese camino hacia el cielo.

Hoy – por fin – el premio ha llegado.
Justo  en la última casilla, desde la sombra de un árbol
un mango grande ha caído a sus pies.

Todos  los vecinos aplauden su sorpresa.
Su alma se ha reconocido en esa fruta.
Por fin ha encontrado  la luz de su laberinto.
Ya logró pasar  la frontera desde la tierra, hasta su cielo.

Jaime  Arturo  Martínez

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