Tenebroso y escondido, rechazado por la luz
mi corazón, colmado, asfixia
Nunca fracaso en la vida sino en el cuerpo,
la respiración derrochada, su límite agobiante,
separa el cielo de lo ajeno,
porque la indiferencia aterra y la soledad llama
Caigo, sin embargo, caprichosa y sedienta,
a los pies de un alma que me obliga
pero por más que las imágenes se multipliquen
y el mundo parezca habitado, la existencia, nunca
Dios tampoco, enemigo de todos, también de los muertos
que me esperan para atravesar la noche.
YAMILA GRECO -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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