sábado, 12 de agosto de 2017

XVI


En las mañanas
cuando llueven estrellas
y hojas balsámicas de los árboles
pienso en los millones de años
que van con mis raíces
con mi andar deliberado por el cosmos.

Justo en este espacio
he vuelto a dar contigo,
La brisa y la lluvia de los tallos
te han traído hasta mis días
El miedo al miedo ya no existe
Como tampoco existe
el miedo a Schuaima.

A ti
Mujer de reinos luminosos
Te debo el conocer
la infinidad de orillas que posee la muerte
La orilla amarilla de la muerte
Esa muerte que me seduce y apasiona.

Pero no amo el suicidio
Pienso que es un pretexto de la vida
para buscarte demasiado pronto
Yo no te busco forastera
Llevo en mis bolsillos
el mapa transparente de tu tierra
y puedo cruzar cuando me parezca.

Por ahora
la tierra de los sueños y las luces
de los ecos y las voces
la tierra que es tuya y de nadie
que es tuya y de todos
no me pertenece.

Yo no pierdo la razón entre los muertos

Los espíritus de luz me crucifican
Pero he muerto tantas veces
que ahora es más usual la crucifixión en vida.

Déjame partir amada forastera
El tren de Schuaima sale a las nueve
y yo aún conservo tres tiquetes de regreso.

Del libro La dulce Aniquirona de Winston Morales Chavarro -Colombia-
Publicado en Editorial Alebrijes

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