miércoles, 9 de agosto de 2017

TUS OJOS


Tus lujuriosos ojos pecaron al mirarme
y se incendió mi pecho con fuego de pasión;
yo pretendí no verlos para evitar quemarme,
para evitar que fueras mi dulce perdición.

Pero falló mi fuerza y no pude negarme
al nacarado néctar de la condenación,
sin importar que el cielo se empeñara en lanzarme
a donde purga el alma cualquier aberración.

Puede esperar el cielo, si Dios no es un cretino
y de amorosas cuitas está llena la historia
de cada humano, en busca de su incierto destino.
Que nos permita el cielo disfrutar con euforia
de nuestro amor robado que abandonó el camino
y nos sacó del mundo…, y nos llevó a la gloria.

Luis Salvador Trinidad

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