jueves, 20 de julio de 2017

RECUERDO


Recuerdo que mi madre solía librar infinidad de batallas contra la pobreza. Lo hacía sola, debido a la habitual ausencia de mi padre.
Gracias a su determinación, era capaz de encontrar soluciones transmitiendo confianza, generando seguridad e insuflando aliento de vida. Y aunque lograba salir victoriosa en la mayoría de las ocasiones, no siempre resultaba ilesa. Las heridas que recibía, especialmente en su ánimo y en su orgullo, eran cada vez más profundas y aparecían, con más frecuencia, cuanto mayor era su desasosiego.
Curaba esas heridas con dedicación y mucha entereza aun a sabiendas de que, a esas alturas, ya no encontraría ningún remedio capaz de sanar las heridas del alma.
Era una mujer fuerte y luchadora que se afanaba para que nuestras rutinas transcurriesen en la más absoluta normalidad. Bajo su manto protector de madre cariñosa, capaz de disimular la más implacable de las realidades, intentaba ocultar sus lágrimas de impotencia y encerraba, bajo siete llaves, nuestros temores de infancia sacrificando su propia estabilidad emocional.
Y todo lo hacía por amor: un amor incondicional que, como hijo, no tenías necesidad de buscar, pues bastaba con asomarse a sus ojos para encontrar, siempre abiertas, las puertas de su corazón.

RICARDO SEDA REINA
Participante en el VI Certamen de Microrrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz

No hay comentarios:

Publicar un comentario