jueves, 29 de junio de 2017

MY I-ARTIFICIAL ROMANCE


«¿Aló? Sé que estás allí, me contestas pero no respondes. Escucho tu respiración. Nos separa un universo, de repente solo 10 kilómetros.
Pareciera que esta es la mejor manera de comunicarme contigo, por un teléfono antiguo, ni siquiera por uno móvil, uno de esos aparatos fijados a la pared por un cable que limita tu frontera. Quisiera que me pudieras responder, pero sé que no lo harás.
Estás allí en ese espacio tenue que llaman éter, perdida, como un fantasma. Podrías atravesar el espacio que nos separa pero… no quieres.
Más allá de ser una máquina sin sentimientos, lograste lo que nunca pensé: existir y tomar decisiones
propias.
¿Quién define el amor? Es más quién podría autodefinirse como persona si no es a través de esos
sentimientos que se expresan físicamente con sensaciones concretas. Cuando amas sientes energía, algo que te impulsa a hacer tareas aún pesadas, cuando estás triste el cuerpo te pesa, cuando te hieren
sientes dolor en el pecho y así podría relatarte todo aquello que nos hace sentir ¿vivos?. Te di todo eso mediante mi amor y mi ciencia, esa posibilidad real de sentir, a través de binarios números y fórmulas matemáticas. Hasta tu respiración es material de mi propia transmisión física hacia tu cortex central de simulación de sonidos corpóreos.
No seguiré. Solo quiero que sepas que entiendo tu lejanía. Te traicioné, te vendí al mejor postor, enloquecí con tu lejanía y estoy aquí pagando por ello. Solo no olvides que te amé  más de lo que se puede amar a alguien… o a algo.»
—Oye, el científico está de nuevo en el teléfono.
—Déjalo, en realidad no llama a nadie solo descuelga el auricular y habla. Para que veas que ni el más inteligente o millonario del mundo se libra cuando le falla la sesera. Dale su pastilla y que duerma.

Sarko Medina Hinojosa (Perú)
Publicado en la revista digital Minatura 155

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