martes, 25 de abril de 2017

UN TRAMO EN EL INFINITO


Mis amigos de la universidad debían sentir
un profundo regocijo interno
al creerse eminentemente aptos para el amor
por representar de forma tan convincente el papel de padres
mostrándose igual de aburridos que los suyos en sus intereses,
de autoritarios en lo moral y en el gusto,
de disimuladamente despectivos frente a los sentimientos sencillos
de esas pobres e inmaduras criaturas
que solo pretenden ser ellas mismas y que para ellos, eran
solo motivo de compasión y maliciosa diversión,
un niño, para aquella gente era
un vil y estúpido estorbo al que se engañaba
con regalitos a su orgullo de juguete
para que fuera muy formal y obediente
ya que para pensar aún no servía en absoluto
y podían incluir en la categoría incluso a la persona de un ministro
cuando tenían algo subido el nivel de su petulancia
pero tú te quieres casar conmigo aunque tenga un corazón
infantil, libre y sin maldad
porque no te gustan los actores
más que en las películas.

LUIS RAFAEL GARCÍA LORENTE

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