martes, 25 de abril de 2017

CUAL AGUA DE NACIENTE


Se veía el vibrar de felices golondrinas
en tardes felices de largas correrías,
donde el cansancio por ningún lado se sentía
disfrutando al máximo aquellas romerías.

Donde se era uno con el ambiente
sin maldad, ni engaño por ningún lado,
todo fluía cual agua de naciente
tan pura como si viniese de los hados.

Si había que cuidarse de alguna gente mala
que por extraño fueron atormentadas,
mas se olvidaba todo al correr como una bala
o disfrutar las leyendas inventadas.

Y al morir la tarde nos esperaba el hogar
gran madriguera de calor y cariño,
donde inocentes acabamos de jugar
cuando venía la rica cena con su aliño.

Y luego todos veíamos televisión
hasta que el sueño se apoderaba de nosotros,
siguiendo con las hadas en universos de emoción
prendados de ángeles de muy bellos rostros.

Y la vida tenía ese significado:
todo era franca y de divina lozanía,
donde el juego era lo más bello y dedicado,
caudal trasparente de alegría.

Ese fue el niño que me dejaron ser
en el paraíso primario de la infancia,
donde fui objeto de capullos del querer
por rosales que obsequian su fragancia.

Silvino Gerardo Becerra Gamboa -Venezuela-

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