Eres la cruz de mi vida,
prepotente sin razón
y se acaba mi paciencia
por tu duro corazón.
Te impones como sacado
de la santa inquisición
y solo eres un malvado
sin dotes de protector.
Incluso en la enfermedad
no recibo tus cuidados;
eres cruel, tienes maldad
con tanto como te he dado.
Jamás me diste cariño
aunque fuera tu mujer;
tienes la mente de un niño
sin saber reconocer.
No necesito un limón
amargo y enmohecido,
pues prefiero una naranja
que me endulce hasta el quejido.
María Sirena Matri Mar -ESPAÑA-
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