domingo, 29 de enero de 2017

MI SINGLADURA AL ALBA


Una triste procesión de párrafos erguidos vinculados a mi mordaza,
pegados también con aprensión a un murmullo de suplicas
subsidiarias y cómplices de las togas más gloriosas.

Pero no la virtud,
heráldica cuando arría las velas
con una reverberación inmensa
y dirige su travesía por mi epidermis
en su penúltima vuelta.

Pesadumbre manuscrita en un escudo de ojos vendados arrebatados al rezo,
ojos que intuyen la lecturas en sus pequeñas cavidades de degollados versos
donde aflora ávida una lagrima con su cortina de niebla descuartizada.

Pero no la virtud,
reunida en la vela de proa
usada como museo de armonía,
tocó mi corazón con plegarias
de estelas heridas de muerte.

Juzgar la vida con ajada sabiduría entregada al crepúsculo
es advertir con un beso en la mejilla al ángel custodio
que hemos cogido papel y pluma y nos hemos resignado a la defensa de oficio.

Pero no la virtud,
sienta cátedra entre hélices
de vicio y desorden,
de un dolor amargo
entre oleaje y viento
latitud donde yace mi cuerpo.

Manuel Vílchez García de Garss

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