domingo, 30 de octubre de 2016

LA SENTENCIA


—Joseph Francis, se le declara culpable de crímenes contra la humanidad, será recluido en la
penitenciaría de Nueva Capital hasta que se decida cuál es la condena más justa, todos los aquí presentes sabemos que es lo que se merece, como también sabemos que no es posible tal castigo.
Al oír la sentencia me derrumbé.
Yo no merecía ni tan solo ser juzgado, no lo merecía, si me encontraba en esta situación era por
querer ayudar a la humanidad.
Que podía yo decir, de recibir el premio Nobel de Medicina hacía poco más de un año, a ser juzgado y condenado por crímenes contra la humanidad. Acaso se habían vuelto todos locos, de los elogios iniciales, a insultos y agresiones por parte de cualquier persona que se cruzara por la calle, para acabar finalmente
detenido.
De que se me acusa, de ser el responsable de la superpoblación de la Tierra, mi delito, haber encontrado la cura de la muerte y convertido a todo ser humano, yo incluido, en inmortal.

Diego Galán Ruiz (España)
Publicado en la revista digital Minatura 151

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