martes, 31 de mayo de 2016

LA IRREVOCABLE ESPERANZA


Mi esperanza nació
cuando el río era una frágil insinuación
de la caricia fresca sobre la tierra
y las piedras, a su paso benefactor,
pintaban sus rostros y sus formas
de nobles tonalidades primigenias.

Mi esperanza ha estado dispuesta
desde que esos árboles llenaban
de incipientes brotes sus copas
hasta ahí descoloridas,
poniendo el pecho en las estaciones,
afrontando lo suyo.

Cuando llegué al lugar de la espera
aún no brillaba la luz en mi día,
y aquí estoy, de pie junto al puente
de los arcos desiguales,
con los ocres de la tarde sobre mi alma.

Y allí te veo venir nuevamente,
esperanza mía.

Maritza Álvarez -Valparaíso (Chile)-
Publicado en la revista Arena y cal 210


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