miércoles, 30 de julio de 2014

LA HORA


Desnudo el invierno de su blanco manto,
acecha en mis sienes casi plateadas
el instante fatal de la llegada,
de las nubes negras de mi mortal morada.
Desgastado el júbilo de universo en mi rostro
por una herida guardada desde la infancia,
por un desamor a edad temprana,
por tanta guerra que mata y no para.
Espero en el balcón del tiempo
con el rostro envuelto en la nada,
mis manos llenas de caricias vacías
para una muerte caprichosa y temprana.
Sólo el recuerdo enquistado de aquellos besos
furtivos como presas agazapadas,
consuelan el paso seco por esta tierra
de estas carnes ya gastadas.

Acuarela. (Lourdes González) (Mairena del Aljarafe, Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 17

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