domingo, 31 de marzo de 2013

MADRUGADA DE VIERNES SANTO


          Escribo en el hueco de una noche de negros desamparos. Los pétalos inermes del tiempo de los hombres traen en esta noche de Viernes Santo espesura de muerte. Muerte de Cristo. Un hecho consumado miles de veces. Y que como siempre resucitará al tercer día.

          Vivimos en el reino de los torpes. Con llanto seco, sin lágrimas, cientos de demonios, en fila silenciosa  usan los narcóticos del miedo, mezclados con la bruma. Deambulan como sombras. Débiles siseos  invocan el nombre de su Dios. Porque sus conciencias son hierbas duras y obstinadas ofrecen, con sus velas, un sol que no existe.

          El día antes, las armas recibían más aplausos que los tronos. Era emocionante ver a los caballeros legionarios paracaidistas haciendo filigranas con el fusil. Esa misma arma que, en otras partes del mundo, convierte la sangre en holocausto.

          Mientras las gentes sigan entusiasmándose con armas, el cielo seguirá procreando lluvias de cuchillos negros.  Como ciego refugio de los miedos, la contrición. Pero en los corazones un páramo amarillo de iras circulares que defienden a muerte las posesiones, antes que a las personas.

          En las filas, jerarquías. Que no todos los “hermanos” son iguales. Para distinguirlos, encajes e insignias. Cuando el último de los últimos no se atiene a las normas un viento de odio sacude la formación. Si es un Hermano Mayor, es una originalidad simpática. Junto al Hermano Mayor, el General, espada en ristre, luce medallas y ropa de bonito. Presume de destierros de hojas de amapolas. Cercenadas una a una con lúgubre vehemencia. A orillas de la bruma, el sueño de las frutas cenicientas, las flores, muerden en silencio el aire dando a la paz que quede en las memorias algo de refugio.

          Que Dios me perdone.

PEDRO JESÚS CORTÉS ZAFRA -Málaga-
Publicado en el blog poetasandalucesdeahora

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