martes, 29 de enero de 2013

BORRADOR DE NATA


Entre todas las estudiantes de Bellas Artes, Katia sobresalía. Sus maestros coincidían en que sus dibujos eran espléndidos. Sus ojos escrutaban los objetos y los rostros y los pasaba al papel con lujo de detalles. En una ocasión en que comía en un burger con su mejor amiga, ésta se quejó de una imperceptible caída de su párpado izquierdo y le comentó que había sido a consecuencia de una encolerizada disputa que tuvo en la niñez, con una de sus hermanas. Katia reconoció extrañada, que no había caído en cuenta en esa imperfección, con lo acuciosa que era a la hora de observar los rostros. En la tranquilidad de su aparta estudio, recordó el detalle y evocó su rostro. Casi sin querer, empezó a dibujarla, tal como era y, evidentemente allí aparecía esa ligera caída del párpado izquierdo. Tomó, entonces el borrador de nata, borró y corrigió la imperfección. Guardó el dibujo en su carpeta para mostrárselo después a su amiga. A primera hora, recibió una llamada, del otro la escuchó:
-¡Es increíble lo que ha pasado, Katia, esta mañana me miré al espejo y ya no tengo el párpado caído!

Jaime Arturo Martínez
Publicado en el blog brevesnotanbreves

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