miércoles, 31 de octubre de 2012

EXILIADOS EN LILLE, 30 AÑOS DESPUÉS


(Entrevista con Ramón Molinares Sarmiento)

Por Tito Mejía Sarmiento

Agradeciendo inmensamente la generosidad del narrador oriundo de Santo Tomás, Colombia, Ramón Molinares Sarmiento, quien se encuentra aún en Los Estados Unidos,  para con este servidor por la entrevista a través del hilo telefónico, a propósito de la traducción que se ha hecho al idioma  Inglés (Exiled in Lille) de su novela “Exiliados en Lille” por Antares Editorial, “por su fuerza creativa, la descarga emocional de sus personajes y su  técnica cronológica” y que recientemente fue lanzada en Toronto, Canadá, durante un coloquio, en desarrollo del 21 Festival de la Palabra y de la imagen/ Festival de Diásporas y Retornos que empezó el 25 de septiembre y se prolongará hasta el 17 de noviembre del presente año, presento a los lectores el diálogo sostenido durante casi media hora para todos los lectores de La Urraka.

      La voz de este hombre que estudió en la Escuela Normal de Medellín y en la Universidad Libre de Bogotá. Además en las universidades de Lille y Montpellier, Francia, donde adelantó una especialización en literatura francesa y que también es autor de la novela El saxofón del cautivo (1987) y Un hombre destinado a mentir (1993), se escucha gangosa producto quizás de una emoción acumulada por tener que esperar 30 años para ver cristalizado este gran sueño.
      Cabe destacar que esta novela cuyo tema central  plantea  el tenebroso mundo de unos obreros chilenos quienes son objeto de la represión de Pinochet y que ya vomitados por el volcán de la bota militar, se congregan por varios años en la ciudad de Lille (Francia), donde saborean las vicisitudes, se dan íntegros a la lucha por su partido ante la posibilidad de un regreso a la patria amada, fue publicada por primera vez en el año 1982 en Barranquilla por la Editorial El Gallo Capón con 183 páginas:

Tito Mejía Sarmiento: ¿Qué lo motivó a usted escribir la novela Exiliados en Lille?
Ramón Molinares Sarmiento: Expresar mi solidaridad con los Chilenos que se vieron obligados a abandonar su patria a causa de la persecución desatada por la tiranía del régimen dictatorial de Augusto Pinochet. La novela es fruto de mi convivencia con varias familias Chilenas que se refugiaron en Lille.

TMS: ¿Por qué se refugiaron en Lille y no en otras ciudades de Francia?
RMS: Bueno, en ese país los alcaldes tenían autonomía para recibir o no refugiados. En Paris, por ejemplo, con el conservador Jacques Chirac, los exiliados no eran bien recibidos en aquel entonces. En cambio en Lille, el alcalde era el socialista Piere Maurois, quien años más tarde se convertiría en primer ministro del presidente Miterrand. Esto explica, pues, que gran parte de los chilenos se hubiesen  refugiados en la ciudad minera de Lille.

TMS:¿Pensó usted sinceramente, Ramón, que la trama de la novela podría ser como en efecto sucedió, la realidad absoluta de un futuro lejano con  el subterfugio en 1990, del presidente chileno Augusto Pinochet, siendo suplido por Patricio Aylwin?
RMS: Lo que sucedió en Chile en los tiempos de la dictadura está descrito en las últimas páginas de la novela. En ese sentido hubo una visión del futuro por parte mía, lo cual no requería, en verdad, mayor esfuerzo. Yo pensaba que el pueblo a la larga recobraría el aliento y terminaría por superar el miedo. Por eso, el desenlace de mi novela está lleno de esperanza. Todos los ejércitos que se dan a la tarea de reprimir a su propio pueblo acaban por ser vencidos. De manera que una vez más la realidad  imitará al arte. Los últimos días de Pinochet terminaron siendo similares a los descritos en mi libro.

TMS: ¿Por qué sin haber estado nunca en Chile y sus alrededores, usted presenta en la novela un profundo conocimiento de la realidad socio-económica y política  de ese país, con palabras lo suficientemente sólidas, vehementes como para guiar a cualquier exiliado no sólo de Chile sino de alguna otra parte del mundo en la reivindicación con su patria de origen?
RMS: Lo que sucede, Tito, es que a veces resulta más ventajoso abordar la realidad por las vías de la imaginación que  por la propia observación directa. El novelista Heinrich Mann, confiesa que una vez pidió permiso para observar el palacio de gobierno de Berlín. No le fue posible entrar pero eso, según él, lo favoreció mucho porque se vio obligado a recurrir al poder de su imaginación para hacer las descripciones del palacio. De haberlas visto directamente, confiesa, su descripción habría sido fría, un poco más pobre.

TMS:¿Cuándo el escritor Ramón Molinares Sarmiento se refiere a algunos personajes de su novela Exiliados en Lille, en aquello que desconocían el lenguaje de los teóricos, sindicatos y cenáculos de las grandes urbes, pero  sin embargo tenían muy claro que para amar la libertad y dignidad humanas no eran necesarias tantas lecturas; con qué propósitos  hizo eso sabiendo que se podía dar una dualidad en cuanto a la tendencia filosófica de la propia novela?
RMS: Mis personajes en el exilio son obreros en su gran mayoría y no tienen elementos que les permitan hacer formulaciones teóricas, pero eso no quiere decir que no filosofen, que no reflexionen sobre su propio mundo, sobre su destino de desterrados y sobre las causas políticas que hicieron posibles el exilio. Las reflexiones de los revolucionarios de café parten  de sus lecturas, de una realidad libresca. En cambio las de los obreros son fruto de sus vivencias y, en consecuencia, son de mayor hondura humana.

TMS:¿No cree usted que hay una efímera contradicción en el pensamiento de los hijos de Manuel Alvear y otros niños con el de los obreros exiliados, en cuanto al posible regreso a la remota patria perdida? Explique  bien eso, Ramón.
RMS: Los párvulos chilenos que llegan a Francia olvidan rápidamente el Español, su lengua, que es el elemento con que más se determina una cultura. Asimilan el idioma Francés y a través de él, la civilización y la cultura de Lille; de manera que es fácil comprender que terminan enfrentados con sus mayores. En realidad, no se trata de un enfrentamiento entre padres e hijos, sino de dos culturas distintas. La de los muchachos, que  acaban por sentirse franceses y la de sus padres que jamás podrán dejar de ser chilenos.

TMS: ¿A qué atribuye usted la burla o mofa de los “pequeños tiranos” hacia sus padres en algunos aspectos sobre todo de tipo idiomático, sabiendo que existe afinidad entre ambas lenguas (española y francesa) por ser romances? ¿No lo considera una ponderación al idioma francés?
RMS: Sí, es doloroso confesarlo, pero es obvio que los muchachos se sienten orgullosos de ser franceses. Ven en Francia y en los franceses con qué trajinan diariamente, sobre todo con sus profesores, una cultura que ha alcanzado niveles superiores a los de sus padres. Por lo demás, usted sabe, el loro viejo no aprende a hablar. Los obreros aprendían el francés con mucha dificultad y nunca pudieron expresarse tan correctamente como sus hijos.

TMS: ¿Hablemos ahora del personaje principal de la novela, Manuel Alvear, por qué sufre ese “desvarío sexual” hacia la francesa olvidándose momentáneamente de sus ideales y demás compañeros?
RMS: Manuel Alvear es un hombre muy conflictivo, con complejos de culpa, y de naturaleza agresiva. En Lille, está con las alas cortadas, no puede ejercer las actividades que lo ocupaban en Chile, por ejemplo. Tal vez por esto, cuando las energías acumuladas lo desbordan, toda su agresividad la descarga a través del sexo.

TMS: ¿Advirtiendo que la sociedad evoluciona y además  se hace más compleja cada día  a través de los tiempos y, ahora cuando  su novela ha sido traducida al idioma inglés, cuál sería el escapismo de la misma, apartándonos de ese tradicionalismo que se apega a una grandilocuencia absoluta y que se ocupa más que todo del aspecto gramatical y no del psicológico y conceptual de la novelística latinoamericana?
RMS: Esto sólo lo podrá contestar el tiempo. No sé si la novela ahora con la traducción al inglés  se fortalecerá más con los años o por el contrario perezca en el olvido.  Con la literatura nunca se sabe. El primer tiraje de “Cien años de soledad” fue de tres mil ejemplares, ahora se editan millones. Vamos a esperar qué pasa, ojalá los lectores anglosajones no la dejen morir.

Publicado en el periódico digital La Urraka Cartagena

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