jueves, 24 de marzo de 2011

PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE SEMANA SANTA 2011 (DOMINGO 20 DE MARZO)

I.- SALUTACIÓN A LOS PRESENTES Y AGRADECIMIENTO POR SU CONFIANZA.

Buenas noches Señor Presidente de la Junta Local de Hermandades y Cofradías, Hermanos Mayores, párroco, cofrades, señoras y señores.

En primer lugar agradecer a la Junta Local de Hermandades y Cofradías, el haberse acordado de mí, que no tengo ninguna relación con el mundo cofrade, para abrir otra puerta, pues ya se han abierto varias, Miércoles de ceniza, triduos de las Hermandades, a la Semana Santa conileña 2011. Una Semana Santa que va ganando en esplendor pues son muchos los actos que se organizan en torno a ella, al tiempo que se completa con la incorporación de nuevas Hermandades, el año pasado por partida doble.

En segundo agradecer a Juani, Inés, Antonio y Manu, los datos que me han aportado para hacer posible esta presentación.

Por último agradecer a Manu Sánchez, compañero de Radio Juventud de Conil, que sigue paso a paso los acontecimientos de la Semana Santa conileña, sus palabras de presentación, que por enfermedad leyó Pepi Olmedo.

II.- MIS VÍNCULOS CON LA SEMANA SANTA.

Algunos se preguntarán, que al no pertenecer al mundo cofrade, y ser un desconocido en este mundo, que vínculos tengo yo con la Semana Santa.
Naturalmente, como todo creyente, tuve, tengo y espero tener en el futuro vínculos con la Semana de Pasión.

En mi niñez, al educarme en un colegio religioso, asistía obligatoriamente, aunque no a disgusto, a los Santos Oficios del Jueves, Viernes y Sábado. En todos ellos había algo que llamaba mi atención. El jueves sobre todo me emocionaba, como niño que era, el momento en que el sacerdote procedía al lavatorio de los pies de algunos de los asistentes. Enorme señal de humildad, de servicio a los demás, de Cristo, que todos deberíamos asumir a lo largo de nuestra vida. Posiblemente el recuerdo de la institución de la Eucaristía y del Orden sacerdotal fueran hechos más importantes, pero al niño le emocionaba mucho más el lavatorio de los pies. El oficio del Viernes, momento culminante de la Semana Santa, pues Jesús muere por nosotros en la Cruz, símbolo máximo del cristiano, sólo me llevaba a pensar lo duro que sería verse en la cruz tan solo. En el oficio del sábado lo más llamativo era el enorme cirio que se encendía y que alumbraba la capilla del colegio todo un año. Era la luz que todos debíamos seguir. Una luz que nunca se apaga, que siempre está encendida, porque Jesús nos la dejó para que no lo olvidásemos.

También en mi niñez, al ser mi padre cargador, de una de las mejores cuadrillas de cargadores de Cádiz, seguía, con mi madre y mis hermanos, muy de cerca los desfiles procesionales gaditanos de lunes a sábado, pues por aquellos días el Santo Entierro salía el sábado y no salía el Resucitado. Sin embargo, no entendía porqué no había un orden cronológico en los desfiles, porqué los Crucificados se alternaban con la Entrada de Jesús en Jerusalén, con la Oración en el Huerto, con la Sentencia o con el Ecce Homo.

Siguiendo a mi padre en muchas ocasiones presencié las extraordinarias recogidas, de muchas cofradías, que entonces se prolongaban hasta altas horas de la madrugada, porque no existían las regulaciones de horarios actuales. Pese al cansancio los cargadores complacían al público y mecían y mecían repetidamente los pasos al ritmo de saetas y tambores. También era impresionante el esfuerzo que hacían los cargadores para introducir los tronos por las puertas de las iglesias, llegando incluso a cargar arrodillados, menos alta casi siempre que los tronos.

Ya aquí, en Conil, allá por los comienzos de los noventas, junto con un grupo de vecinos del campo colaboré en las representaciones de la Pasión con la que recorrimos algunos pueblos de la provincia con gran éxito. Era un bello y serio espectáculo que conmovía al espectador. Pero después de varios años se dejó de hacer. De él disfrutaron muchos conileños las noches de Lunes Santo que desde entonces siguen vacía esperando que alguien tome de nuevo la antorcha.

A mediados de los años noventa regulé los encuentros entre los saeteros y los titulares de las Hermandades en punto estratégicos del recorrido procesional para darle más brillantez a éstos. En la salida de la Parroquia, en la plaza de España, en la Puerta Cai, en la bajada de la calle del Peñón o en la calle San José. Espectaculares los saeteros y saeteras conileños. En honor a los saeteros el poema que escribí el Jueves Santo de 2003.

Noche de luna llena.
Noche de pasión.
Jesús viene con su cruz
bajando por la calle del Peñón.

La luz de las farolas
nos muestra su cara
entristecida, llorosa,
dolorida y ensangrentada.

Túnica morada cubre los moratones
que con infames latigazos
en su cuerpo grabaron
los soldados romanos.

La gente lo mira en silencio
y desde un balcón
Manuela y Diego su saeta
le cantan con amor.

Detrás le sigue María
llorando de dolor
porque no puede salvar
a su único y gran amor.

La banda del Gastor acompaña su pena
con marchas de intenso color
y de nuevo en el balcón
rompe la noche una voz.

En la Puerta Cai,
barrio de pescadores,
como si fueran las olas,
frente al mar, lo mecen los cargadores,
mientras Salvador y José,
mano a mano, con devoción,
al hijo y a la madre,
cantan sus saetas con ilusión.

De una garganta escapa
un grito de admiración
que arranca los aplausos
al terminar la interpretación.

En la Plaza de España
cara a cara se encuentran
María y Jesús ante la multitud
que con gran atención observa.

De nuevo la luna llena
oye las voces sonar
de José, Diego y Salvador
acompañándoles en su penar.

Noche de luna llena
con un ligero airecillo.
Noche de dolor y pasión
que emociona hasta a los chiquillos.

En los últimos tres años he exaltado la saeta, oración hecha canto, en el Cine Moreno, la mañana del Domingo de Ramos, en un acto organizado por el Hogar del Pensionista, donde nuestros veteranos y magníficos saeteros nos emocionan con sus cantos.

Esto es el ayer. En el hoy aquí estoy en esta Parroquia de Santa Catalina para presentar el cartel que abre otra de las puertas de la Semana Santa conileña 2011.

En el mañana mis vínculos con la Semana Santa continuarán porque, como creyente, creo en el mensaje de esperanza que me transmite la muerte y, sobre todo, la resurrección de Jesús de Nazaret.

La sangre que del madero cayó
mi alma soñadora liberó
y de guía me sirvió
para soportar este mundo maravilloso,
egoísta, hipócrita y mentiroso.

III.- DESCRIPCIÓN DEL CARTEL-

Después de esta breve reflexión sobre mi vinculación a la Semana de Pasión creo que es el momento de hablar del cartel, que para eso estoy hoy aquí, y para hablar de la Hermandad a la que este año está dedicado, la del Lignum Crucis Cristo Marinero, Santo Cristo del Perdón, sin olvidar a las otras Hermandades que desfilan en nuestra Semana Santa.

Lentamente el Cristo Marinero,
lentamente,
en la oscuridad de la noche,
en la oscuridad,
recorre las calles conileñas,
deteniéndose en cada estación,
deteniéndose,
y rompiendo el silencio
con un rezo profundo,
profundo.

El cartel de este año representa al Cristo Marinero, con la belleza de la muerte reflejada en su rostro, dando la espalda a la recién remodelada antigua iglesia de Santa Catalina, sostenido por dos hermanos totalmente de negro, alumbrados por un farol. La foto es del joven conileño Antonio González.

No ve el Cristo Marinero,
la puerta Cai,
ni las calles de su barrio de pescadores,
están cerrados sus ojos,
la vida lo ha abandonado.

(Se descubre el cartel)

La Hermandad del Lignum Crucis, fundada en 1976, año en el que recorrió las calles conileñas con el Cristo de la Buena Muerte, procesiona el Martes Santo, tiene 230 hermanos, es una Hermandad, sin trono, sin flores, sin luces, regida en la actualidad por un grupo de animosas mujeres.

El Cristo, bendecido en Abril de 1977, por el párroco D. Mateo Silva Romero, es portado, durante el desfile procesional, por tres hermanos de la Hermandad. A lo largo de su recorrido realiza las quince estaciones del Vía Crucis, en un silencio sólo roto por el rezo del santo rosario. Impresiona ver el cortejo descender por algunas calles conileñas con el monótono murmullo de la oración.

IV.- DIÁLOGO CON EL CRISTO MARINERO.

Aunque de vez en cuando hablamos Tú y yo de lo injusto de este mundo y de la suerte que tuve de haber nacido en la bella Andalucía y junto al mar. De la suerte que he tenido por tener un trabajo estable y una gran familia cuando otros muchos no tienen ni lo uno ni lo otro. Hoy que estoy hablando de ti en tu casa, me siento algo incómodo porque además no me gusta verte ensangrentado y muerto. Prefiero recordarte en los momentos felices de tu entrada triunfal en Jerusalén o en la Cena con tus amigos, o cuando charlabas con el pueblo y les contabas tus historias tratando de convencerles que el amor hay que darlo en abundancia a todos los que nos rodean. Pero que difícil es eso Jesús, que difícil. Tú eres un Cristo de Perdón que pese a todo el daño que te habían hecho supiste perdonar y sigues perdonándonos. Sé que aunque tu cuerpo ya no tiene vida me escuchas y por eso yo te pido por todos tus hijos de Conil y del mundo. Pon fin a las guerras, al hambre, a la envidia y al egoísmo. Sé qué Tú puedes. Insufla en los hombres el amor. Olvida nuestras ofensas que son muchas y no deje que la sonrisa de los niños se apague. Vuélvenos niños porque sé que te gustaba que ellos se te acercaran. Podría estar hablando contigo horas y horas pero en fin Jesús otro día seguiremos nuestra charla, en la intimidad de mi casa, pues me quedan muchas cosas que comentar contigo pero no quiero cansar con mis cosas a estos buenos amigos que me están escuchando. Seguiremos en contacto.

V.- LAS HERMANDADES CONILEÑAS.

El cartel que acabo de presentar promociona la Semana Santa de Conil. Semana que como dije al principio se va completando. A las dos veteranas El Santo Entierro, que hace su salida procesional el Viernes Santo, y el Nazareno, que desfila el Jueves Santos, que son del siglo XVII, se unieron en los años setenta del siglo XX El Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Amargura, que sale el Miércoles Santos y el Lignum Crucis que hace estación de penitencia el Martes Santos. Ya casi a finales del siglo veinte se fundó La Borriquita, que procesiona el Domingo de Ramos y el año pasado los Resucitados que desfilan el Domingo de Resurrección. Que el Cristo del Perdón aleje la lluvia para que todas las Hermandades luzcan en su máximo esplendor esta Semana Santa abrileña.

La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Amor en su entrada en Jerusalén y María Santísima de la Paz y Esperanza abrirá el Domingo de Ramos los desfiles procesionales, saliendo desde la Parroquia de Santa Catalina

Cántale por bulerías
a nuestro Señor de la Paz
que triunfalmente entró
el domingo de Ramos
en la bella Jerusalén.

El Martes Santos el Lignum Crucis llevará a cabo el Vía Crucis saliendo desde la capilla del Espíritu Santo.

Cántale por martinetes
al Cristo Marinero,
sin interrumpir el rezo
del piadoso penitente.

El Miércoles Santo serán El Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Amargura quienes recorrerán las calles de Conil, saliendo de la Parroquia de Santa Catalina.

Cántale por soleá
al Cristo de la Buena Muerte
y a su amantísima madre
la virgen de la Amargura.

El Jueves Santo, de la capilla del Jesús, saldrán El Nazareno y la Virgen de los Dolores.

Cántale por siguiriyas
al Nazareno del Amor
que en su espalda dolorida
porta con mucho dolor
un tosco y pesado madero.

El Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad desfilan el Viernes Santo, saliendo desde la Parroquia de Santa Catalina.

Cántale por toná
al Jesús yacente y muerto
que dentro de tres días
de entre los muertos resucitará

Desde el año pasado la Semana Santa la cierra los Cristos Resucitados. Uno sale de la Parroquia de Santa Catalina y el otro de la Parroquia de Fátima.

Cántale por Alegrías
a Jesús resucitado
que de la muerte escapó
para darnos eterna vida.

VI.- REFLEXIONES FINALES

La Semana Santa no debería ser motivo de tristeza para los creyentes y no lo debería ser porque en ella está la esperanza para ellos en una vida eterna después de la muerte. Además en la Semana de Pasión hay importantes mensajes, para mí, que quiero mostraros antes de terminar esta presentación. De la euforia y la alegría de la entrada de Jesús en Jerusalén pasamos a la unánime condena por un pueblo vociferante que le condena a muerte dejando libre a un peligroso criminal. ¡Qué fácilmente se manipula a la masa! De la valentía de Pedro en el Huerto de los Olivos a su cobardía cuando niega hasta tres veces a Jesús. ¡Cuánta importancia le damos a veces a la vida! De la envidia de Judas a su desesperación por la traición realizada. ¡Cuántas veces traicionamos nuestras ideas y a nuestros amigos por un puñado de monedas! De la humildad de Jesús al lavar a sus discípulos los pies en la Cena a su orgulloso enfrentamiento con sus agresores en el Huerto. ¡Qué difícil es no rebelarse contra las injusticias! De las dudas de Pilatos a su indiferencia cuando ve que su estatus puede peligrar. ¡Qué miedo tenemos de mantener nuestros criterios cuando podemos perder lo que tenemos! De la rebeldía de Jesús en el Huerto a la resignación de su destino cuando es llevado a la cruz como un criminal. ¡Qué complicado es aceptar nuestro destino si este se tuerce! Del odio a la crueldad de los soldados romanos. ¡Cómo es posible que se pueda tratar así a un semejante aunque sea el peor de los asesinos! Del sufrimiento en la cruz al perdón de sus enemigos momentos antes de su muerte. ¡Qué difícil es perdonar a los que nos perjudican y traicionan! De la pena de la muerte a la alegría de la resurrección que nos abre las puertas de la eternidad. ¡Pero qué duro es morir! Del amor a su madre al amor a sus enemigos. Amar vale la pena ¡pero qué duro es amar a los enemigos!

Estos son algunos de los mensajes que yo veo en la Pasión. Reflexionemos en ellos.

Reflexionamos también contemplando el bello cartel del Cristo Marinero, del Lignum Crucis, que nos anima a pensar que todos somos iguales ante la muerte y que tras ella hay toda una eternidad.

VII.- DESPEDIDA

Y para finalizar, este poeta que no sabe cantar, dirá una oración, una saeta recitada, escrita por José Puchirichi, a ese Cristo Marinero, del Lignum Crucis, que desde un cartel nos invita a la Semana Santa conileña 2011.

Con esa faz que mira al suelo
porque vida no te queda
dime Tú Padre Jesús
cuántos tienen que morir
para que cesen las guerras.

En esta noche Señor
quiero buscar y encontrarte
no quiero nunca perderte
que seas mi luz y mi guía
Cristo que perdona en la muerte.

JOSÉ LUIS RUBIO

CONIL A 20 DE MARZO DE 2011

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